La autoestima y la confianza en uno mismo están unidas con la satisfacción que sentimos o dejamos de sentir respecto a nuestras vidas. Y es que existe una relación directa entre confiar en uno mismo y tener la autoestima suficiente para decidir hacia dónde queremos ir en la vida, para plantearnos los retos o las decisiones a tomar sin esas inseguridades que nos limitan, nos lastran y nos pueden conducir a una vida de insatisfacción.
Y la confianza en uno mismo se puede mejorar, por supuesto. Uno puede estar contento con su vida, con su trabajo, pero siempre puede mejorar porque mientras hay vida hay evolución.
El problema surge cuando nosotros mismos pensamos que no está en nuestras manos mejorar nada, cuando creemos que no hay nada que hacer y asimilamos que, aunque no nos gusta, es la vida que nos ha tocado. Al no creer en nosotros para cambiar las cosas nos encapsulamos, nos encerramos en nosotros mismos, y aparecen los miedos, la frustración, el vacío.
Pasar a la acción sin miedo a equivocarse
En Intelema siempre recordamos el caso de una de nuestras clientas, que vivía con esa sensación de no poder cambiar nada por la falta de confianza que tenía en sí misma. No le gustaba su trabajo, siempre había querido ser profesora, pero ella misma se ponía limitaciones y excusas: es difícil, no tengo puntos, hace falta enchufe… Todo menos dar el paso. Esa inseguridad, además, nos lleva muchas veces a consultar el tema con otras personas de nuestro entorno, que normalmente con buenas intenciones hacen juicios de valor, critican o nos mandan mensajes teóricamente realistas que nos bloquean e incluso nos ponen más límites.
«La confianza en uno mismo se puede mejorar. Uno puede estar contento con su vida, con su trabajo, pero siempre puede mejorar porque mientras hay vida hay evolución»
Y es cierto que no todo el mundo puede ser lo que quiera, pero es importante distinguir entre verdades y deseos. Si hay verdad en el camino que queremos recorrer, si nos vemos y nos visualizamos, la acción es inmediata, damos pasos para conseguir el objetivo. En cambio, cuando te paralizas, como le pasaba a nuestra clienta, es porque ese camino aún no se transformado de deseo en verdad.
Y muchas veces ese tránsito no se da por lo mismo, por la falta de confianza, por esa pregunta que nos persigue: ¿Y si el camino que elijo no sale bien o no es el correcto? La respuesta a esa pregunta es fácil. Todos nos equivocamos porque los errores forman parte de la vida. Pero para equivocarse, eso sí, es imprescindible moverse. El problema es que en estos casos, muchas veces, el miedo a equivocarnos nos encierra en una zona de confort en la que no somos felices (con el matrimonio, con las amistades, con el trabajo…). Y oigan, no se trata de tirar una bomba y cambiarlo todo, pero si de preguntarnos si hay algo que nosotros podamos hacer para ir cambiando cosas.
Un pequeño paso de toma de conciencia
Para cambiar estas dinámicas, para pasar de la paralización al movimiento y empezar a creer en uno mismo basta con dar un pequeño paso de toma de conciencia. Este pequeño paso es sencillo: basta con focalizar nuestra atención en algo agradable que nos haya sucedido en la última semana, algo que nos haya gustado hacer, porque ahí nos damos cuenta de qué es lo que nos hace disfrutar. Este primer paso ya nos ayuda a descubrir unos valores, unos gustos, así que es un balón de oxígeno, una muestra de que no toda nuestra vida es un desastre, de que tenemos algo a lo que agarrarnos.
«Es importante distinguir entre verdades y deseos. Si hay verdad en el camino que queremos recorrer, si nos vemos y nos visualizamos, la acción es inmediata, damos pasos para conseguir el objetivo. En cambio, cuando te paralizas es porque ese camino aún no se transformado de deseo en verdad»
Dado este primer paso, podemos intentar visualizarnos luego haciéndolo de nuevo. O incluso haciendo algo nuevo relacionado con ello. Si las emociones son buenas, si nos genera buenas vibraciones, pasemos a la acción, vivamos la experiencia. Y una vez vivida, analicemos los resultados: ¿ha sido beneficioso? Si es que sí toca celebrarlo y compartirlo con amigos y familiares, porque hemos tomado una decisión, hemos creído en nosotros mismos y hemos sido capaces de elegir un camino, por pequeño que parezca. Esto es un gran refuerzo para nuestra autoestima.
Por último, es importante que en estos tiempos de rapidez y rutinas automatizadas, nos demos un espacio de vez en cuando para la reflexión, para ver si aquel paso que dimos nos sigue gustando o tenemos que buscar nuevos retos. Es necesario preguntarse de vez en cuando si disfrutamos de las cosas de nuestra vida o si, por el contrario, hay algo que nos está lastrando. Es una forma de, a modo de gps, recalcular a través de la experiencia nuestra ruta y de ir potenciando en nuestras vidas las cosas que nos gustan y que disfrutamos.
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