El 1 de enero tiene algo del 1 de septiembre. Tanto el primer día del año como el primer día tras el regreso a la rutina después de las vacaciones veraniegas se presentan como libros en blanco y se multiplican los buenos propósitos, las ideas de cambio, las ganas de iniciar o retomar objetivos olvidados. Ambas fechas nos dan un impulso para hacer cosas importantes para nosotros mismos, así que desde Intelema os animamos en este inicio de 2020 a:
- Soñar
- Creer que los sueños se pueden hacer realidad
- Escuchar a vuestro interior y soñar (pedir) con aquello que os conecte con él.
Este último punto es muy importante, porque no vale pedir que nos toque la lotería o vivir eternamente, ya que por pedir que no quede, pero realmente no son cosas que dependan de nosotros. Tampoco vale con pedir los deseos de siempre: hacer deporte, ponerse a dieta, dejar de fumar, dedicar más tiempo a mis hijos, padres, o amigos , etc. ¿Os suenan? Seguro que sí. Y está bien fantasear con ellos, por supuesto, pero os tenemos que dar una mala noticia: estos deseos, suponiendo que nos pongamos a ello, suelen ser efímeros, ya que no acostumbran a ser verdaderos, y su incumplimiento genera frustración y malestar.
Y como decía el psicólogo estadounidense Carl R. Rogers “la vida en su óptima expresión es un proceso dinámico y cambiante en el que nada está congelado”. Y para sentirse vivo y mantener un propósito mucho después de que el subidón del 1 de enero haya pasado, hay que soñar con cosas que estén a nuestro alcance, como tener un trabajo mejor, iniciar nuevos proyectos, o hacer un viaje. Es decir, nuestros deseos han de ser algo que dependa de nosotros mismos para lograrlos. O al menos para intentar lograrlos.
«Para mantener un propósito mucho después de que el subidón del 1 de enero haya pasado, hay que soñar con cosas que estén a nuestro alcance»
Sueña y cree en los sueños
Lo primero, por tanto, es soñar. Y para ello necesitarás dedicarte un espacio-tiempo para ti mismo, así que elige un lugar en el que puedas estar tranquilo y en paz, en el que puedas detener tus pensamientos. Entonces hazte una pregunta: ¿Qué quiero hacer con mi vida en este momento? Escribe todo lo que se te pase en ese momento por la cabeza. Un consejo: no hagas caso a ese personaje que habita dentro de ti y que te dije cosas como que “eso es muy difícil” o ”eso es imposible”. Para soñar no puede haber cortapisas. Todo lo contrario: tenemos que abrir nuestra mente, dejar a un lado los juicios de valor.
Y lo segundo es creer que los sueños se hacen realidad. Para ello es importante que nos marquemos unos objetivos corto, medio y largo plazo. Eso sí, el corto plazo ha de ser muy corto: hoy mismo, o mañana a mucho tardar, has de poder realizar la primera acción que, además, no tiene que costarte dinero.
Un ejemplo: quizás tu sueño desde pequeñito era ser piloto, pero luego por distintas circunstancias de la vida te desviaste del camino. En este caso utilizar el corto plazo no falla, porque cada paso que das te acerca a hacer realidad tu sueño. Hoy mismo, por ejemplo, puedes informarte de los requisitos necesarios para emprender este desafío. Cada paso que des supondrá un estímulo y reforzará la confianza en ti mismo.
Nunca olvidéis este lema: todos tenemos dentro de nosotros mismos muchas más cosas y capacidades de las que aparentemente podemos ver. Tenemos un gran potencial que no usamos. Por esto es muy importante aprender a soñar y pasar a la acción para hacer realidad los sueños. Es la única manera de no caer en la frustración y en la dejadez.
¡En 2020, atrévete a soñar!
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