A veces, las mejores conversaciones no están planificadas. No llegan con una agenda ni con un objetivo comercial. Simplemente…ocurren. Y, cuando lo hacen desde la verdad, dejan huella. Hace poco, compartí una comida con María Andreu, Gerente de Ofival. No era la primera vez que hablábamos. De hecho, llevamos años trabajando juntas desde Intelema, acompañando a su empresa en procesos de desarrollo organizacional.
Sin embargo, esta vez fue diferente. Esta vez hablamos desde otro lugar. Hablamos desde la autenticidad. Desde el propósito. Desde esa parte de nosotras que va más allá de los cargos o las estrategias. Y ahí, entre bocado y bocado, entendí una vez más que el liderazgo con propósito no necesita un escenario. Solo necesita presencia.
Ahí fue cuando surgió, casi sin pensarlo, la comparación que da título a esta columna: ¿qué tienen en común Billy Elliot, una silla y el propósito?
Qué significa liderar con sentido
“Liderar con sentido” se ha convertido en una frase muy utilizada recientemente. Pero…¿qué implica realmente? Para mí, es descubrir eso que no puedes evitar hacer. Aquello que nace desde lo más profundo de tu ser. Es ese tipo de liderazgo auténtico que no se impone, sino que se expresa con naturalidad. Vivir desde lo que eres y conectar con esa parte de ti que te impulsa de forma natural.
Billy Elliot no podía evitar bailar. Yo no puedo evitar acompañar a las personas a encontrar su propósito de vida. Y María, sin duda, no puede evitar enseñar a sentarse bien.
Ahí está el punto común: cada uno, desde su lugar, conecta con una fuerza interna que lo guía. Lo cotidiano (una silla), lo artístico (el baile), y lo vocacional (el coaching o liderar una empresa), cuando se hacen con propósito, dejan de ser cosas sueltas. Se transforman en caminos de sentido.
Sí. Lo sé. Suena sencillo. No obstante, lo que hay detrás es profundo: María no vende solo sillas. María transmite conciencia postural, bienestar, ergonomía. Lo hace con convicción, con pasión y con un sentido de misión que se contagia. Comparte desde una manera más consciente la forma de trabajar, de vivir, de cuidarse.
Y eso también es liderazgo. Un liderazgo que transforma desde lo cotidiano, desde el detalle, desde lo humano. Un liderazgo que inspira, y que pone en el centro a las personas. En un mundo donde el desarrollo del liderazgo suele confundirse con acumulación de habilidades, volver al propósito es un acto de valentía.
Ofival es una empresa familiar con historia. Su padre inició el camino, y María lo ha continuado con fuerza, pero también con sensibilidad. Y no es fácil. Porque liderar una empresa con legado implica tomar decisiones difíciles, encontrar tu propia voz y transformar sin romper. María lo ha hecho desde un lugar muy suyo, muy auténtico. Y eso se nota.
Una silla, bien elegida, puede ser descanso, puede ser impulso. Puede ser ese lugar desde el que piensas mejor, decides mejor, trabajas mejor. María lo sabe. Y lo convierte en propósito.
El niño interior como clave del liderazgo auténtico
En Intelema usamos muchas herramientas para acompañar procesos de transformación. Una de ellas, muy poderosa, es el arquetipo del niño interior. Ese arquetipo representa la parte más viva, espontánea, creativa de cada persona. La que quiere explorar, aprender, jugar. Y en María, esa parte está muy presente. Se nota en su forma de escuchar, de conectar, de ilusionarse con cada nueva idea.
Trabajar con el niño interior no es algo simbólico o etéreo. Es una forma profunda de reconectar con la inteligencia emocional en el liderazgo: recuperar la curiosidad, la apertura, la empatía, la capacidad de crear sin miedo. Cuando esto se activa, el liderazgo deja de ser un rol y se convierte en una expresión de quién eres. Por eso lidera como lo hace. Porque su niña interior no está dormida. Está viva. Y le da alas. Lo cierto es que, cuando ese tipo de liderazgo emerge, se nota. Tiene otra textura, otra profundidad. No se impone, pero deja huella.
En Intelema lo vemos a menudo: todos llevamos un líder dentro, solo necesitamos el espacio y el acompañamiento adecuado para que salga. Lo vemos en pequeñas empresas sin departamento de RRHH, y también en grandes multinacionales donde a veces es necesario parar y reconectar con lo esencial.
Y es que vivimos en un momento complejo: la fuga de talento, el absentismo, la desmotivación... todo eso está ahí. Pero también está el deseo —latente en muchas personas— de hacer las cosas mejor, de reconectar con el para qué. Y es ahí donde el coaching para líderes cobra todo su sentido.
María es un ejemplo de eso. De una líder que no solo busca resultados, sino que quiere dejar huella. Que entiende que cada conversación, cada decisión, cada silla... puede ser un acto de liderazgo consciente.
Gracias, María, por abrir tu empresa y tu corazón. Por confiar en procesos que transforman desde dentro. Por demostrar que el liderazgo no siempre tiene que ser grandilocuente. A veces, basta con hacer bien lo esencial.
Y a quienes estáis leyendo esto: si alguna vez os preguntáis qué tienen en común Billy Elliot, una silla y el propósito… tal vez la respuesta esté más cerca de lo que parece. Solo hay que escuchar eso que no podéis evitar hacer.
